De acuerdo a las conclusiones de las Mesas Técnicas del Colectivo Revolucionario de Cantantes de Protesta "La Pataleta Musical" conformado por Cecilia Todd, Lilia Vera, La Chiche Manaure, Chuchito Conga y El Grupo Madera, la gran dificultad que ha tenido la política cultural del PSUV para lograr que la juventud venezolana escuche, disfrute, se aprenda y cante las canciones de Alí Primera las 24 horas del día para contribuir a la conformación de su conciencia de clase, hay que rastrearla en los orígenes de la música de fusión latina y en la perniciosa influencia de la música moderna anglosajona, que se remontan a las composiciones de Joe Cuba y Chuck Berry, exponentes destacados de la burguesía sónica del siglo pasado.
Para Chuchito Conga, Vocero Plenipotenciario de "La Pataleta Musical", ya en los temas de Berry, como “Jhonny B. Goode” o "Roll Over Beethoven" y en las obras desclasadas y bilingües de Cuba como “El Pito” y “Bang, bang”, se pueden observar elementos de heterodoxia musical y una clara incitación al desorden, la brincadera y la rochela, signos típicos de la decadencia capitalista, muy alejados de la seriedad y disciplina revolucionaria indispensables para la obediencia, la lucha permanente y el triunfo de la dictadura del proletariado.
Conga sostiene que la perniciosa influencia de Chuck Berry se extendió hacia otros músicos pequeño burgueses a finales de los años 50 y principios de los 60, como Elvis Presley, The Beatleso The Rolling Stones, quienes deformaron el gusto musical con denominaciones como Rock and Roll, Rock o Pop, invisibilizando el Himno de la Internacional Socialista, hasta ese entonces fuertemente arraigado en el gusto musical de la juventud anglosajona. De allí, esta música indisciplinada, piso tierras venezolanas en las guitarras y baterías de vendepatrias como Los Darts y Los Impala, que se dedicaron a fusilarse los temas de The Beatles, hasta incrustarse en el lóbulo temporal de la juventud venezolana de los 60´s. Este proceso transculturizador, no se detuvo allí, sino que se mantuvo a través de toda la década de los años 70, mediante el brazo ejecutor de marihuaneros como Azúcar, Cacao y Leche, La Fé Perdida, Los Cazadores o El GrupoSyma quienes heredaron el habito de mezclar y revolver sonidos sin miramientos, luego de que las partituras de Berry y The Beatles, fueran estripadas por anormales como Jimi Hendrix y Joe Cocker.
El cantante protestón explica que, como si fuese insuficiente la contribución de esta decadencia acústica en purito inglés a la conformación de la falsa conciencia, en protoespañol las cosas no fueron mejores. El irrespeto, el desorden y la bulla que aparecieron por generación espontánea en Joe Cuba, tambien infectaron a otros enemigos de la justicia social como Richie Ray, Pete Rodríguez y Joe Bataan, militantes todos de engendros como el Jala jala, el Bogaloo y el Latin Soul, que ni son jazz, ni son son, ni son danzón, ni guaracha, ni charanga, ni mambo, ni cha cha cha, ni español, ni inglés.
Como lo malo es lo que se pega, en Venezuela aparecieron brotes de cosas imprecisas como el Grupo Mango, el Sexteto Juventud y una vaina rarísima que se llamó el Grupo Pan, que no era Santana, ni Sangre Sudor y Lágrimas, pero tampoco dejaba de serlo. Eso es un patuque revisionista sin ninguna base materialista histórica. Esta cosa latina se fue diversificando, complicando, fundiendo y decantando, cayendo luego en manos de los judíos de la capital cultural del imperio, y de ese batido sonoro se fue espesando una salsa que se llamó Salsa y que la fabricaba la FANIA, como sopita en botella. Lo que quedaba de pavosería, achantamiento y vocación borrega de los bailadores, lamentablemente se extinguió de manera definitiva. Esta música de malandros como los hampones Willie Colón, su carnal Hector Lavoe, Larry Harlow e Ismael Miranda, Cheo Feliciano, Eddie Palmieri, Justo Betancourt y otros proxenetas más, terminó por dañar lo que dejaron intacto los marihuaneros del pop, en el lóbulo musical de los venezolanos.
Concluye Conga, que después de los 70´s, ya el mal estaba hecho para las décadas posteriores y que es por esta larga influencia de las industrias culturales, que el gusto musical de la juventud venezolana del Siglo XXI, se niega a disfrutar de la alegría, el optimismo y las excelentes armaduras de clave de las obras de Primera, prefiriendo escuchar cualquier otra vaina. Por estas razones y conscientes de las limitaciones señaladas, la “Pataleta Musical” le propondrá a la Comisión del Hombre Nuevo del PSUV, que repita y repita y repita con mayor insistencia, una o dos canciones de Primera en todos los medios oficiales y en todas las aglomeraciones del partido, para obligar a los muchachos a que les guste la música protestona y combatir la contrarevolución. “De esta manera, en el Proceso no nos veremos obligados a plagiar de nuevo el bogaloo de Pete Rodríguez, Micaela, u otro parecido, a pesar de los beneficios que nos proporciona este tipo de estrategias” – sentenció finalmente Conga.